Sentada esperaba su llegada ¡cuánto tiempo había esperado! No se lo creía, estaba tan nerviosa que tuvo que meter la mano en el bolsillo del pantalón para disimular que temblaba. Nueve meses, nueve meses sin disfrutar de la persona que amaba, verlo cada tres fines de semana no era un tiempo que se pudiese contar. Anhelaba sus besos, sus caricias, más que a nada. Cada noche antes de dormir, y durante los dos primeros meses, mantuvieron largas conversaciones ante una pantalla que, de vez en cuando le mostraba su rostro. A partir de ahí, ella esperaba cada noche delante de la pantalla a que él apareciese conectado en algún momento, cosa que él comenzó a olvidar.
Alguien nuevo aparecía en su vida, una chica que no esperaba conocer y, de la que se enamoró al instante. No fue lo suficientemente valiente como para confesarle que habia alguien nuevo en su vida pero, tras nueve meses, a su vuelta, ella notó que habia cambiado algo, notó que algo no iba bien, que habia alguien nuevo. Alguien mejor, alguien que no amenazaba con quitar su lugar, era alguien que ya habia conquistado el corazón que tanto ella extrañaba. Entonces lo supo, supo retirarse, dejando a un lado, su corazón partido.
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